Núm. 11 (6): Lectura y Educación. Julio-diciembre 2015
En la actualidad, la posibilidad de comprender el significado que se encierra en la palabra escrita forma parte de la vida cotidiana, sin embargo, el desarrollo de la habilidad lectora es sumamente complejo, y puede llegar a ser un factor de diferenciación y exclusión social hacia quienes no saben leer y escribir. A pesar de que la alfabetización se considera un derecho humano asociado a la educación, en América Latina se estima que más de 40 millones de personas adultas no saben leer, mientras que en México la cifra estimada en personas mayores de 15 años es de 5.4 millones.
Por otra parte, el acceso a servicios escolares no determina que un niño aprenda a leer, hoy en día se estima que alrededor de 10% de los niños que inician el aprendizaje lector experimentarán dificultades para alcanzar su dominio, por lo cual resulta relevante el análisis y reflexión de los procesos implicados en el aprendizaje de la lectura, así como de las estrategias utilizadas en la enseñanza.
Al ser la lectura uno de los aprendizajes básicos que determinan el acceso al conocimiento formal así como la posibilidad de participar en forma activa dentro de la sociedad, resulta muy relevante tratar de comprender cuáles son los factores tanto sociales como cognitivos que inciden en la adquisición y desarrollo de la lectura.
Finalmente, cabe preguntarnos qué sucede con quienes aprenden a leer, qué tipo de prácticas lectoras se realizan, cómo incide este aprendizaje en la generación de nuevos conocimientos y destrezas, qué representa la lectura en una sociedad alfabetizada.
No es suficiente analizar el proceso y problemática de la competencia lectora; los estudios de la sociología de la lectura explotan una veta interesante relacionada con los consumos culturales. Por ejemplo, hoy en día hay una fuerte presencia de los libros denominados de autoayuda que son los que tienen el más alto tiraje y número de ventas. Las novelas de corte sentimental se han convertido en la nueva moral juvenil y los indicadores de lectura permiten inferir nuevos problemas que aquejan tanto a los padres como a los lectores núbiles.